Evo Morales ya no representa lo que fue a comienzos de los años 2000. El verdadero Lenín Moreno de Bolivia es nada menos que Evo Morales, que traicionó al Proceso de Cambio, un caudillo que fue obligado a renunciar el 2019, cuando intentó un nuevo mandato presidencial cuando sabía muy bien que la mayoría del pueblo ya no quería su intento de perpetuarse en el poder.
Por entonces no se sabía mucho de la lacra que es como persona, todos creíamos que las acusaciones de tener hijos con menores de edad era apenas «lawfare» para sacarlo del poder. Pero resultó que no era mentira. El tipo, desde mucho antes que fuera presidente, siempre ha mantenido relaciones de pareja con menores de 16 años. No sabe cómo, ni busca, tener una relación con mujeres adultas, y en Bolivia, como en otras partes del mundo, eso está penado por la legislación vigente, como una forma de proteger a la infancia de violadores y estupradores.
El conflicto con el actual gobierno de Luis Arce comenzó poco después de que este accediera al poder, además con la votación, en números de votos, más alta que ha tenido cualquier gobierno en Bolivia, incluido el de Evo Morales. Era un gobierno popular (el de Arce) de continuidad con el Proceso de Cambio inaugurado por Morales. Un Luis Arce que fue candidato puesto a dedo por Evo Morales desde su exilio y que, a poco de empezar, ya se enemistó con el caudillo.
¿Por qué? Primero porque Evo Morales pensó que Arce renunciaría para que Evo asumiera la presidencia (no sé cómo pensaría que esto se podría hacer legalmente), o que sería apenas una marioneta de Evo, quien gobernaría desde las sombras y Arce simplemente haría lo que el caudillo ordenara. Pero resultó que Arce decidió gobernar con su propio criterio (algo lógico), y decidió no someterse. Ese fue su primer conflicto.
Después, Evo Morales, que siguió siendo presidente del MAS ilegalmente (ya que, según el estatuto del MAS, se exige cambio de directiva cada dos años, como en todas las organizaciones sociales y partidos políticos), exigió que él debería ser el candidato único del MAS a las siguientes elecciones presidenciales de 2025, y un congreso del MAS no avalado por el TSE (Tribunal Supremo Electoral), debido a que no estaban presentes las organizaciones matrices y fundadoras del MAS, como lo exige el estatuto de ese partido, lo eligió como candidato único a las elecciones del 2025. Ahí empezaron los problemas entre las dos alas del MAS, con esto empezó a dividirse ese partido.
Seguido a esto empezó la guerra congresal contra el gobierno. Esto significó no aprobar, o intentarlo, ninguna ley propuesta por el ejecutivo, especialmente las que solicitaban créditos externos. Y esto se hizo aliándose a los partidos de derecha, que naturalmente habrían votado contra cualquier ley del gobierno pero que no habrían tenido éxito sin el apoyo del ala evista del MAS. Esto continua hasta ahora: el ala evista aliada a la derecha golpista.
Cuando empezaron las marchas evistas contra el gobierno, y posteriormente los bloqueos de carreteras, el gobierno impulsó el «lawfare» contra Morales. Una carta que se la tenían guardada hace tiempo, porque los procesos vienen de hace años, pero no habían tenido éxito antes, bloqueados por el partido de gobierno mientras Morales era presidente, para proteger al caudillo del Proceso de Cambio. Sólo resurgieron ahora porque Evo ya exigió la renuncia del gobierno y elecciones anticipadas, amenazando con tumbar al gobierno si no renunciaba. O sea, un golpe de estado.
¿Y cuáles son las demandas de Evo y los movilizados que lo apoyan? La más importante de ellas es habilitar a Evo Morales para las elecciones de 2025, cosa que no es legalmente posible ya que sería inconstitucional. La otra más importante es la de bloquear los procesos abiertos contra Morales por estupro y trata. Estas dos son las principales. Las otras son de índole económica que, si bien es cierto que hay una crisis debido a la baja en las ventas de gas al exterior, en gran parte producto de la falta de exploración de nuevos pozos de gas durante el gobierno de Morales, y el no retorno de las divisas empresariales desde el extranjero, los bloqueos de carretera son los que han aumentado aun más la crisis, la falta de combustible, el aumento en los precios de alimentos y el transporte en general. Pero esto de los bloqueos no es casualidad, es una estrategia bien conocida en Bolivia para afectar sobremanera la gestión de gobierno y, si posible, tumbarlo.
Después de los bloqueos lo que seguiría es trasladar a La Paz estas manifestaciones hasta que caiga el gobierno. La misma estrategia que usó la derecha para tumbar a Evo Morales el 2019, pero ahora usada por el caudillo y sus incondicionales.
Uno entiende que la tendencia política en mucha gente es perpetuar en el poder a un caudillo que hizo muchas cosas buenas en el pasado, esto nos evita tener que pensar en impulsar otros líderes y dar la lucha política dentro de un partido o movimiento político, y encantar al pueblo con el proyecto. Pero esto provoca la degradación de un proyecto político al no haber promoción de nuevos líderes que mantengan vivo el proyecto, además de la corrupción que se generaliza, entre otras cosas debido al prebendalismo, y que termina con el líder creyéndose el mesías, o sea infalible e impune. Y por esto también su desviación hacia jovencitas menores de edad en sus relaciones de pareja.
O sea, en definitiva, lo que está haciendo Evo Morales es destruir un proyecto político popular muy necesario para este país, que llenó de esperanzas a la mayoría de este pueblo, y todo esto por la angurria de poder y por creer que es el único que puede llevar adelante este proyecto. El mismo ególatra error que cometieron muchos caudillos durante nuestra historia latinoamericana.
El momento político de Evo ya pasó y lo está hundiendo más en su propio basurero personal, pero arrastrando consigo a todo un pueblo que creyó en ese proyecto nacional de cambio, que no revolucionario pero sí de grandes reformas estatales y mejoría de vida de grandes partes de este pueblo.
Vamos de mal en peor.
¡Poder!
No importa el pueblo, no importa nuestra economía familiar, no importan niñas violadas, no importan padres y madres, que vendieron a sus hijas por puestos en el gobierno…
Nunca, jamás de los jamases, me imaginaba, que el Evo mismo, nos destruya nuestro sueño, por el cual muchos hermanas y hermanos derrocharon su sangre.
Evo Morales ya no representa lo que fue a comienzos de los años 2000. El verdadero Lenín Moreno de Bolivia es nada menos que Evo Morales, que traicionó al Proceso de Cambio, un caudillo que fue obligado a renunciar el 2019, cuando intentó un nuevo mandato presidencial cuando sabía muy bien que la mayoría del pueblo ya no quería su intento de perpetuarse en el poder.
Por entonces no se sabía mucho de la lacra que es como persona, todos creíamos que las acusaciones de tener hijos con menores de edad era apenas «lawfare» para sacarlo del poder. Pero resultó que no era mentira. El tipo, desde mucho antes que fuera presidente, siempre ha mantenido relaciones de pareja con menores de 16 años. No sabe cómo, ni busca, tener una relación con mujeres adultas, y en Bolivia, como en otras partes del mundo, eso está penado por la legislación vigente, como una forma de proteger a la infancia de violadores y estupradores.
El conflicto con el actual gobierno de Luis Arce comenzó poco después de que este accediera al poder, además con la votación, en números de votos, más alta que ha tenido cualquier gobierno en Bolivia, incluido el de Evo Morales. Era un gobierno popular (el de Arce) de continuidad con el Proceso de Cambio inaugurado por Morales. Un Luis Arce que fue candidato puesto a dedo por Evo Morales desde su exilio y que, a poco de empezar, ya se enemistó con el caudillo.
¿Por qué? Primero porque Evo Morales pensó que Arce renunciaría para que Evo asumiera la presidencia (no sé cómo pensaría que esto se podría hacer legalmente), o que sería apenas una marioneta de Evo, quien gobernaría desde las sombras y Arce simplemente haría lo que el caudillo ordenara. Pero resultó que Arce decidió gobernar con su propio criterio (algo lógico), y decidió no someterse. Ese fue su primer conflicto.
Después, Evo Morales, que siguió siendo presidente del MAS ilegalmente (ya que, según el estatuto del MAS, se exige cambio de directiva cada dos años, como en todas las organizaciones sociales y partidos políticos), exigió que él debería ser el candidato único del MAS a las siguientes elecciones presidenciales de 2025, y un congreso del MAS no avalado por el TSE (Tribunal Supremo Electoral), debido a que no estaban presentes las organizaciones matrices y fundadoras del MAS, como lo exige el estatuto de ese partido, lo eligió como candidato único a las elecciones del 2025. Ahí empezaron los problemas entre las dos alas del MAS, con esto empezó a dividirse ese partido.
Seguido a esto empezó la guerra congresal contra el gobierno. Esto significó no aprobar, o intentarlo, ninguna ley propuesta por el ejecutivo, especialmente las que solicitaban créditos externos. Y esto se hizo aliándose a los partidos de derecha, que naturalmente habrían votado contra cualquier ley del gobierno pero que no habrían tenido éxito sin el apoyo del ala evista del MAS. Esto continua hasta ahora: el ala evista aliada a la derecha golpista.
Cuando empezaron las marchas evistas contra el gobierno, y posteriormente los bloqueos de carreteras, el gobierno impulsó el «lawfare» contra Morales. Una carta que se la tenían guardada hace tiempo, porque los procesos vienen de hace años, pero no habían tenido éxito antes, bloqueados por el partido de gobierno mientras Morales era presidente, para proteger al caudillo del Proceso de Cambio. Sólo resurgieron ahora porque Evo ya exigió la renuncia del gobierno y elecciones anticipadas, amenazando con tumbar al gobierno si no renunciaba. O sea, un golpe de estado.
¿Y cuáles son las demandas de Evo y los movilizados que lo apoyan? La más importante de ellas es habilitar a Evo Morales para las elecciones de 2025, cosa que no es legalmente posible ya que sería inconstitucional. La otra más importante es la de bloquear los procesos abiertos contra Morales por estupro y trata. Estas dos son las principales. Las otras son de índole económica que, si bien es cierto que hay una crisis debido a la baja en las ventas de gas al exterior, en gran parte producto de la falta de exploración de nuevos pozos de gas durante el gobierno de Morales, y el no retorno de las divisas empresariales desde el extranjero, los bloqueos de carretera son los que han aumentado aun más la crisis, la falta de combustible, el aumento en los precios de alimentos y el transporte en general. Pero esto de los bloqueos no es casualidad, es una estrategia bien conocida en Bolivia para afectar sobremanera la gestión de gobierno y, si posible, tumbarlo.
Después de los bloqueos lo que seguiría es trasladar a La Paz estas manifestaciones hasta que caiga el gobierno. La misma estrategia que usó la derecha para tumbar a Evo Morales el 2019, pero ahora usada por el caudillo y sus incondicionales.
Uno entiende que la tendencia política en mucha gente es perpetuar en el poder a un caudillo que hizo muchas cosas buenas en el pasado, esto nos evita tener que pensar en impulsar otros líderes y dar la lucha política dentro de un partido o movimiento político, y encantar al pueblo con el proyecto. Pero esto provoca la degradación de un proyecto político al no haber promoción de nuevos líderes que mantengan vivo el proyecto, además de la corrupción que se generaliza, entre otras cosas debido al prebendalismo, y que termina con el líder creyéndose el mesías, o sea infalible e impune. Y por esto también su desviación hacia jovencitas menores de edad en sus relaciones de pareja.
O sea, en definitiva, lo que está haciendo Evo Morales es destruir un proyecto político popular muy necesario para este país, que llenó de esperanzas a la mayoría de este pueblo, y todo esto por la angurria de poder y por creer que es el único que puede llevar adelante este proyecto. El mismo ególatra error que cometieron muchos caudillos durante nuestra historia latinoamericana.
El momento político de Evo ya pasó y lo está hundiendo más en su propio basurero personal, pero arrastrando consigo a todo un pueblo que creyó en ese proyecto nacional de cambio, que no revolucionario pero sí de grandes reformas estatales y mejoría de vida de grandes partes de este pueblo.
Vamos de mal en peor.
¡Poder!
No importa el pueblo, no importa nuestra economía familiar, no importan niñas violadas, no importan padres y madres, que vendieron a sus hijas por puestos en el gobierno…
Nunca, jamás de los jamases, me imaginaba, que el Evo mismo, nos destruya nuestro sueño, por el cual muchos hermanas y hermanos derrocharon su sangre.