Felipe Quispe Huanca
A propósito, es necesario hacer algunas aclaraciones: ¿Cuál es el arma más eficaz que trajeron los españoles? la Biblia. Sí, en Cajamarca, el 16 de noviembre de 1532, el invasor Francisco Pizarro Gonzales y sus 177 séquitos españoles, con 37 caballos y con armas letales emboscaron, secuestraron y extorsionaron al soberano Inca Atawallpa. No obstante que el cura Vicente de Valverde, en hábito de dominico, poseedor de la doctrina de Cristo Jesús, con la biblia en mano rompe el silencio y sale al escenario e hizo su arenga en su idioma cristiano (español). Atawallpa escuchó; agarró la biblia cristiana, hojeó a la rápida algunas páginas; lo llevó a su oído y escuchó, no decía nada, lo llevó a su olfato, sólo sintió el olor a extraño; e irritado tiró la biblia al suelo. Para Valverde significaba algo sacrílego, insulto a la palabra de Dios blanco invasor y asesino, volvió ante Pizarro, muy nervioso y tenso, exclamó: ¡No veis lo que pasa!, ¿para qué estáis en comedimientos y requerimientos con este perro lleno de soberbia, que vienen los campos de indios?, salid de él que yo os absuelvo. En 33 minutos “entre 10.000 a 12.000” muertos. En esta primera acción sanguinaria episódica histórica, ningún español fue tocado por los hombres Incas.
El empresario Luis Fernando Camacho, con la Biblia en mano, satanizó a nuestra espiritualidad con esta perorata: “La Pachamama nunca va a volver al Palacio Quemado, ahora Bolivia es de Cristo”. Bajo este almibarado discursivo, la autoproclamada presidenta Jeanine Añez Chávez, con la Biblia en mano, juró cumplir y hacerle cumplir su Gobierno de transición. Con la Biblia en mano, manda y ordena a masacrar en Sacaba y Senkata. Con la Biblia en mano, lo hicieron gasificar a los muertos en sus ataúdes en la Ciudad de La Paz. Para la nueva política de derecha racista, el indio tanto muerto como vivo es un peligro. Con la Biblia en mano, los tildaron de vándalos y terroristas a los indios y quemaron su wiphala ancestral.
Con la Biblia en mano, el empresario Luis Fernando Camacho Vaca salta a la arena política. En realidad, es un triste analfabeto político, ahora, es candidato de la supremacía blancoide colonial. Con la Biblia en mano lo calumnia a Marco Antonio Pumari de los 250 mil dólares y sutilmente lo bota como un bolígrafo desechable. Piensa que Pumari es un dirigente “barato”, de alma dócil y servil y se puede manejar como un instrumento político para vender a la Pacha-Mama”, preñada de ingentes riquezas naturales, a las empresas transnacionales y multinacionales, capitalistas e imperialistas.
Antes que nada, Camacho busca afanosamente un “tutor” para convertirse al mejor caballito de Donald Trump y desciende solito a las vulgaridades. Es un engendro de los vicios y perjuicios inferiores, quien respira y aspira un sabor acre racista y fascista del siglo.