Igual los ingenuos que los oportunistas fueron incapaces de percibir que estaban siendo usados para la reposición de un orden que será mucho peor que lo que están combatiendo. Porque esa fuerza de choque (que puso de su parte mucho) será sobrepasada como material de descarte de un juego que acabará posicionando a una nueva clase dirigente, que no los tomará en cuenta. En efecto, como en todos los países del área –del mundo- donde hay una reposición oligárquica/neoliberal se conculcarán la democracia y las conquistas populares alcanzadas en los últimos años.
De inmediato el componente fascista se impone y desplaza a los advenedizos, que liderando interesadamente las marchas y los paros entregaron impecable el poder a la oligarquía rampante. Y si en algo pasará a la Historia la “Generación pitita” es en el hecho de haber sido manipulada –en plena época de alta tecnología digital- por una simple Biblia.
El salto atrás es grotesco. Si antes había un gobierno verticalista, ahora hay un gobierno de facto que asume incluso sin quórum y que decide a golpe de decreto. Si antes había nepotismo, ahora los gobernantes meten a toda su familia en todos los cargos que pueden. Si antes había autoritarismo, ahora hay persecución legal, censura explícita, amenazas de frente, atropello a los derechos humanos, militarización de espacios públicos, cárcel sin juicio: se pasó de un discutible trato a la disidencia a un liso y llano revanchismo. Si antes se palpaba una violencia latente en las bases del MAS (sobre todo las campesinas), ahora hay grupos paramilitares que secuestran, vandalizan, amedrentan, amenazan no sólo con impunidad, sino con el apoyo del gobierno. Si antes habían comenzado las privatizaciones de algunas empresas estatales puntuales, ahora se comienza a privatizar a mansalva y a generar un clima de crisis que permita privatizar mucho más todavía (¡hasta del teleférico paceño, de un día para otro, se dice que no es viable!). Si antes había infiltrados jailones de la rosca parásita de siempre en el gobierno, ahora solamente hay jailones, gobernando desde la rosca, para la rosca y del modo en que siempre gobernó la rosca. Si antes se destruía a la Pachamama, ahora se la aniquila. Si antes había corrupción, pese a tamaña censura se ve a las claras la clase de gente “honrada” que ha asumido la “responsabilidad”, sabiendo que tiene unos meses apenas para forrarse. Si antes había impunidad para los propios, ahora se abrió las puertas a la gran delincuencia de guante blanco –aquellos que saquearon los recursos- bajo la excusa del exilio político. Si antes había sospechas serias de narcotráfico, en menos de tres meses el affair del narco-jet beniano demostró que ahora hay pruebas más rotundas contra el gobierno reciente. Si antes se decía que la prensa independiente tenía miedo (y digo se decía, ya que gente como Amalia Pando y Carlos Valverde fueron enemigos acérrimos del gobierno sin que les pasara nada), ahora los periodistas independientes están en la cárcel o a punto de estarlo: no hay más periodismo sino relaciones públicas (parafraseando a Orwell); y además hay que mencionar el cierre masivo de las radios comunitarias: cincuenta y seis radios y dos canales de TV cerrados hasta la fecha. Si antes había la teoría de un proceso de descolonización que en los hechos se quedaba corto, ahora hay de hecho un proceso inverso de recolonización contra la Bolivia indígena; mucho más aún: un abierto racismo que los denigra sin poder controlar ni las formas, y que después se trata de arreglar con malabarismos verbales atragantados. Si antes había una mística indigenista autóctona, ahora hay un fundamentalismo cristiano más propio de la Edad Media y por supuesto, importado. Si antes había una compensación de la pobreza, ahora hay algo así como una compensación de la riqueza, ya que incluso se le perdonan las deudas millonarias que las empresas más ricas tienen con el Estado.
Si antes había una dictadura en ciernes, ahora hay una dictadura de hecho, porque vale recordar lo más elemental de todo: nadie, pero nadie votó a este gobierno de facto, que como transitorio se toma sin embargo las atribuciones de cambiar de cuajo el sistema, rematar el patrimonio del Estado y perseguir con saña a la disidencia incluso aunque lo sea sólo de pensamiento. En suma: ahora se puede ver la diferencia entre la pseudo-derecha del MAS y la derecha oficial neoliberal presente, que actúa dando toda la impresión de haber venido para quedarse.
Franco Sampietro
¡Adelante incapaces! Recibirán la cuenta en las elecciones.