¡Queremos un gobierno civil-militar y policial! Con estas palabras ha comenzado una escalada de movilizaciones, que pretende instalar una nueva dictadura en Bolivia.
No es nueva esta actitud en la dramática vida de Bolivia. Estos llamados, manifestaciones y “cabildos” se encuentran tipificados en la Constitución Política como sedición, figura utilizada hasta la saciedad por el gobierno de Jeanine Añez, para anular a dirigentes políticos y sindicales; pero hoy cuando esta figura jurídica se presenta claramente, no existe ni el más mínimo apego a la norma constitucional y su aplicación.
La ausencia del Estado es total.
Lo que debe preocuparnos a todos los que vivimos en este territorio, es el paulatino deterioro del Estado como garante de una vida que respete los derechos, valores y principios que rigen en nuestro ordenamiento como sociedad, este deterioro se encuentra presente sobre todo en la ciudad de Santa Cruz.
La ciudad de Santa Cruz, es el nido de un pensamiento retrógrado en todos los aspectos de la vida, por eso los vándalos se han apoderado de esta ciudad e imponen sus caprichos mediante dudosas organizaciones denominadas cívicas.
La llamada “agroindustria” que ha posibilitado un crecimiento económico de un sector de la población cruceña, ha nacido y se ha desarrollado gracias al Estado a ese “centralismo” que detestan algunos sectores que se pretenden dueños de todo el departamento de Santa Cruz.
Fue el MNR quien invirtió los dineros generados por los mineros potosinos, orureños y paceños, para iniciar el desarrollo de Santa Cruz. La historia no se puede borrar aunque se la niegue y oculte.
La falta de un desarrollo de cultura política, de las élites locales de la ciudad de Santa Cruz, ha sido reemplazada con los grupos de choque violentos, cuyo único discurso es “el centralismo” con dudosas definiciones y peor argumentación.
Estos grupos violentos pretenden reemplazar el ordenamiento jurídico, político y social contenido en nuestras leyes, comenzando con la Constitución Política del Estado, ante la mirada complaciente de quienes gobiernan y juraron defender los principios constitucionales.
Somos el único país en el mundo que hemos repetido el embrollo colonial, es decir cambiar oro, plata y dignidad por baratijas, hemos repetido el hecho colonial cuando el año 2019 unos nuevos “conquistadores” con la biblia en la mano, nos despojaron de nuestra conciencia para someternos e imponer su edad media, con todos sus complejos y oscurantismo, nacido en esos núcleos violentos y apátridas de la ciudad de Santa Cruz.
Es hora de recuperar el Estado para los bolivianos, es hora de recuperar Santa Cruz para los verdaderos dueños de ese territorio que ha sido entregado por todas las dictaduras a los advenedizos migrantes de culturas que viven de la muerte.
La ideología fascista de las élites de la ciudad de Santa Cruz es ajena a nuestro país, son ideas que llegaron junto a los fugados de la segunda guerra mundial, de las guerras en los Balcanes y que hizo carne en despistados y analfabetos políticos que nunca respetaron el juego democrático.
Estas hordas fascistas violentas y racistas son las células cancerígenas que han logrado una metástasis en un cuerpo debilitado, que nunca supo valorar el sacrificio de sus verdaderos defensores como fueron los jóvenes universitarios asesinados por las hordas fascistas en el golpe de 1971.
La batalla para romper con este anacrónico sistema en la ciudad de Santa Cruz debe ser encabezada por los verdaderos cruceños, esos que luchan día a día por mejores días para sus familias, por esos cruceños que sienten y aman a Bolivia, sin los prejuicios racistas que se pretende implantar como norma de vida.
Detener el fascismo cruceño, es rescatar y reconstruir el Estado desmantelado por la furia medieval.
Fuente: Camilo Katari en Resumen Latinoamearicano y la foto es de la «Resistencia Juvenil Cochala»