Siete de diciembre pasara a la historia como el inicio del levantamiento indígena en el sur del Perú, iniciado en Ayacucho provincia de andahuaylas donde empezó la muerte con 16 asesinados en un día, continuando el levantamiento en puno consumando 21 muertos en las diferentes provincias de este departamento, continuando en Arequipa. Las marchas se dirigieron hacia la llamada toma de Lima que se le dan muchas interpretaciones por los diferentes analistas políticos.
Lo que encontraron los marchistas en la toma de Lima fue una gran muralla formada por varias barreas de contención y un uso indiscriminado de gas lacrimógeno, los varazos y detenciones fueron moneda corriente hechos que llevaron a sensibilizar a un buen sector del pueblo limeño, hubieron marchas multitudinarias jamás vistas , aun así fueron brutalmente reprimidas, hubieron en estos hechos desplazamientos tácticos de la policía que no quedo allí sino que su acción fue hasta criminal al encerrarlos entre las calles y llenarlos de gas lacrimógeno en el centro de la marcha fue muy cruel ver aquello.
La rebeldía cuestiona al estado en el uso monopólico de la fuerza nosotros dejamos ir a nuestros hijos a cumplir una función especifica a los cuarteles e instituciones guardianes de nuestra seguridad, pero no para que sean nuestros asesinos, nuestros verdugos, los trasladan a diferentes regiones lejos de su lugar de origen para utilizarlos como simples ejecutores de estos actos atroces, debemos cuestionar este supuesto contrato social de siglos atrás que obedecen a preservar el estato quo en defensa de los intereses de las clases dominantes, pues con nuestros impuestos continuamos pagando los sueldos hasta su vejes inclusive sus ataúdes cuando mueren de viejos a estos nuestros asesinos con una jubilación del 100% de su sueldo, estamos siendo tratados como en la edad media en pleno siglo XXI, cosa que ,merece discutir y replantear un nuevo contrato social. Cuestiona la relación del pueblo en tanto su situación dentro del estado. La represión indiscriminada a este cuestionamiento nos está llevando al control territorial legitimo por nuestro pueblo y por ende de las riquezas que se encuentren en ella.
Esta democracia ya no es democracia, así empieza la canción más popular de esta revuelta que resume la cruenta realidad, este sistema que debía promover el respeto irrestricto de los derechos y libertades de las personas, velar por la vigencia del estado de derecho, cuando los vulneran dejan de tener sentido. aceptar ir a las urnas cada cinco años para elegir al presidente y el parlamento que son poderes separados pero vinculados entre sí, al vacar al presidente Pedro Castillo le quitaron confianza a este sistema democrático, les quitaron el ultimo poco poder que poseían a través del voto, ninguneando al ejerzor de este poder que fue en su mayoría la población del sur del Perú, sin derecho al revocatorio que nos permitiría controlar a los elegidos que se desvían hacia el bando contrario a los intereses por lo que se les eligió, congreso que una vez elegido se convierte en una espada de Damocles contra el pueblo, esta democracia como pacto social construido como evolución de la sociedad sea convertido en su perfección como agente legalizador de los intereses de las clases dominantes, por tanto, esta rebeldía está cargado de reivindicación política, fuera Dina Boluarte traidora, usurpadora no nos representas es una consigna eminentemente política.
Volveré y seré millones, los Aymaras estaremos en Lima, es la respuesta del pueblo del sur quechuas y aymaras en esta segunda toma de Lima.
Es hermoso ver a las comunidades del interior cuando despliegan sus usos y costumbres, en la siembra y la cosecha que realizan en los trabajos comunales junto a sus grupos de sicuris y para la lucha hacen lo mismo, sus tarqueadas junto a los buses que los llevará a sus familiares a luchar al lugar concentrador del poder central, también acompañados de su pinkillada al grito el pueblo unido jamás será vencido, Aymaras unidos jamás serán vencidos.
¡¡Sin lucha no hay victoria!!
Fuente: comentario de JC a Wiphala Rebelde