la democracia partidista, electorera, marketista, publicitaria. En un principio las organizaciones indígenas generaron muchas expectativas e ilusiones, hoy los partidos y movimientos políticos son parte del desencanto que generan todos los tipos de partidos políticos y de la democracia en general.
La introducción del Buen Vivir / Vivir Bien en las constituciones de Ecuador y Bolivia también generaron muchos sueños y utopías. La ilusión de que se abría un camino para construir otros estados y otros países, pero todo ha quedado como letra muerta, especialmente en el Ecuador. Ahora los progresistas ya ni siquiera mencionan el Buen Vivir, con ello demostrándose que solo fue un aprovechamiento novelero y que luego que paso la fiebre del poder todo quedó en el baúl de los recuerdos, en otra de las modas de la izquierda.
En Bolivia, David Choquehuanca está actualmente intentando enaltecerlo y profundizarlo, pero no tiene el apoyo de los evistas y lineristas. Todo lo que sucedió anteriormente en el denominado “proceso de cambio” del evismo fue tan solo una manipulación de lo indígena para alzarse con el poder, pues siguieron manteniendo las mismas prácticas extractivistas, a pretexto de que había que construir las bases para el socialismo, es decir, no eran las bases para reconstruir u profundizar el Buen Vivir, el que fue tan solo visto como un modelo de desarrollo que abriría el camino para construir el capitalismo de izquierda o socialismo, y el que dizque sentaría las bases para la construcción de un tal comunismo. Algo que el propio Marx pocos años antes de morir se dio cuenta que no era obligatorio construir el capitalismo proletario ni pasar por el socialismo, sino fortificar el milenario sistema de comunas que había en Europa y en todo el mundo. El problema es que hasta ahora no se han enterado, y si se enteraron no saben cómo hacer aquello.
Una vez más, en Bolivia y Ecuador, los pueblos indígenas fueron tan solo mano de obra, los que debían abrir el sendero para el proyecto experimental de la izquierda occidentalizada, y sus ideas trasnochadas del socialismo comunitario[1] de García Linera en Bolivia o el tal biosocialismo republicano de René Ramírez en Ecuador. Pero, los cuales ahora quedaron como estampilla en los delirios de la retórica progresista.
Los socialistas del siglo 21 creyeron y siguen creyendo en Bolivia, de que el Vivir Bien significa una serie de políticas estatistas, en donde el papa Estado debe entregar una serie de bonos, para dizque mejorar la situación de pobreza, es decir, para que dejen de estar en la miseria y pasen a la pobreza, nada más. Eso fue todo, bonos para aumentar la dependencia, para profundizar el asistencialismo, y en última instancia para consolidar la caridad. Los pueblos ya no solo tienden la mano a los ricos y a la iglesia, sino que ahora también al estado salvador.
Mientras tanto, la autonomía, la autodeterminación, la autosuficiencia, el autosostenimiento, siguen esperando que los de abajo y de afuera del sistema rompan con la dependencia en su conjunto, lo que incluye el Estado. La izquierda sigue sin entender que el momento para interpelar y desmarcarse del Estado es en este momento, es ahora que hay que comenzar su debilitamiento y no cuando llegue en cientos de años el tal comunismo inventado por el treintañero Marx, y que en su vejez se dio cuenta que por ahí no iba el cambio. Y por el contrario, de lo que se trata es de fortalecer los procesos milenarios autonómicos, para ir haciendo contrapeso a lo existente e ir recreando otro mundo.
Y este mismo peligro puede pasar actualmente en Chile, en donde algunos mapuches impulsan la introducción del kume mogen (buen vivir) en la nueva constitución chilena. Surgen varias preguntas: Estarán ellos conscientes de que todo lo que entra al Estado, en última instancia todo queda burocratizado, instrumentalizado, cosificado, y a la final no pasa nada. La experiencia enseña, que el Estado todo lo que absorbe, lo integra posteriormente como proyecto de amague para introducirse en las poblaciones indígenas a través de parafernalias benefactoras, pero que es la forma para que todos caigan en su red colonizadora, tal como las trampas que ponen los cazadores a los animales.
Tal como ocurrió con el discurso rimbombante del desarrollo, del crecimiento y del progreso, en la que muchos cayeron en las redes neoliberales y en las estalinistas (ahora disfrazados de progresistas). Neoliberales y marxistas les ofrecían el desarrollo, cuando el problema era el desarrollo en sí mismo, el desarrollo era para unos pocos y el subdesarrollo para la inmensa mayoría. El desarrollo neoliberal concentró la riqueza en unos pocos y el desarrollo progresista concentró además en el Estado, pero a la final todos dependientes, mucho más dependientes que antes de ese tal desarrollo. Por qué ambos hablaban del desarrollo. Porque los dos provienen del eurocentrismo. Y así es en todo, su diferencia es solamente de clase, pues en todo lo demás comparten plenamente.
No sabemos cómo van a hacer los constitucionalistas mapuches para que el Buen Vivir no quede como otro elemento folclórico indigenista dentro de la constitución. No conocemos si han estudiado los casos boliviano y ecuatoriano, para no repetir los mismos errores y que a la final todo quede como meras utopías irreales. O para que luego se burlen del Buen Vivir, como ha pasado especialmente en el Ecuador en donde quedó muy desprestigiado en la población en general, luego de la puesta en escena del mamotreto del buen vivir correista.
Y algo parecido ha pasado con los famosos “derechos de la naturaleza”. Lindas palabras, pero en la Bolivia progresista del MAS siguen los incendios y todo tipo de ataques a la madre tierra o a la llamada naturaleza como dicen los eurocéntricos. Solo se llenan la boca con los derechos de la madre tierra, y con los ministerios de descolonización y otros entes burocráticos, que básicamente sirven para darles una “peguita” y contentarles a ciertos dirigentes. Ni siquiera fueron capaces de limpiar las quebradas y otros lugares llenos de basura y escombros alrededor de la cuidad de La Paz, o de limpiar el sucio Lago Titicaca. Tuvo que llegar un joven francés, quién motivó a los jóvenes paceños para hacer una limpieza general de ciertos lugares. Ya podemos imaginar en todo lo demás.
Los campos, ríos, quebradas, por donde habitan las poblaciones indígenas en todo el continente americano están llenos de basura, no solo porque no pasan los recogedores de basura, sino porque a sus habitantes ya no les importa ver la suciedad, se han acostumbrado a ella y no hacen nada por remediarla. Ni el gobierno indígena de Bolivia, ni los alcaldes indígenas que han habido en varios lugares de Latinoamérica, han tomado en serio esta situación. Es deplorable, como muchos indígenas que son tildados como “defensores de la madre tierra”, la ensucian y la maltratan de múltiples maneras.
La pachamama ahora es otro fetiche más en Bolivia, otra virgen de las tantas que actualmente adoran los convertidos indígenas. La pachamama ya no es la tierra o la naturaleza en sí misma, sino una deidad a la que le piden mediante rituales y fiestas que les ayude a encontrar minas de metales preciosos para enriquecerse rápidamente. En la práctica, resulta que le piden a la deidad pachamama que les ayude a destruir las montañas y demás sitios naturales para su lucro personal.
Algunos de ellos logran hacerse ricos y luego organizan fiestas de agradecimiento con misa católica, y son miembros de fraternidades cristianas con las que participan en los desfiles de Jesús del Gran Poder, en donde bailan bien enjoyados y tienen guardaespaldas para que los cuiden. Se hacen construir grandes “cholets” (edificios), en los que por afuera tienen ciertos símbolos andinos, pero por adentro abundan los lujos de la modernidad occidental. Y a eso le llaman sincretismo, cuando es la asimilación paulatina del colonialismo, y en que posteriormente a sus descendientes ya solo les quedará la cara indígena y nada más.
En Bolivia, ciertos intelectuales autodenominados indianistas-kataristas ensalzan a estos nuevos ricos indígenas para que se hagan más ricos, y aspiran que en un futuro soñado estos llamados “qamiris” desplacen a los “qh´aras” o blancos dueños de los bancos y demás empresas. En su quimera idílica, creen que una vez que los aymaras ricos tomen el control de las empresas de Bolivia, ellos se encargaran de resolver las injusticias a todos los aymara y crearán un estado indígena. Lo irónico de todo esto, es que los “qamiris” ya no se reconocen como indígenas sino como mestizos, y aspiran a seguir blanqueándose de distintas maneras.
En el “gobierno indígena” de Evo Morales las ciudades bolivianas crecieron en gran magnitud, como consecuencia se produjo un despoblamiento del campo y paralelamente con ello la desarticulación de las comunidades. Hasta antes del ascenso de Morales, el sistema de comunidades hacía de Bolivia el país que más y mejor había conservado el modo de vida milenario en ayllus. En base a este sistema habían logrado sobrevivir a la invasión monárquica y conservar de mejor manera su cultura. Pero en el “gobierno indígena” el sistema comunitario se resquebrajó ampliamente, tanto es así que han aumentado los que ahora se auto identificaban como “mestizos” según el último censo y en comparación al anterior en alrededor del 10 %.
La ciudad de El Alto se volvió un inmenso tugurio con un gran hacinamiento poblacional, en la que muchos comunarios llegaron atraídos por el desarrollo y el progreso que les ofrecía el “gobierno indígena”. En vez de fortalecer el campo y el sistema de ayllus, de mejorar la infraestructura para que se queden ahí y fortalezcan esa forma de vida, se dejaron impresionar por el cuento que les ofrecía “el leninista de cabecera” de García Linera, de que había que construir el proletariado boliviano para poder construir su socialismo idealizado. De que había que aliarse con los agroindustriales para que desarrollen las fuerzas productivas, es decir, para que aumenten las empresas y se vaya formando el proletariado, para así salir del “problema indio” y del “atraso histórico” en que se encontraban los pueblos indígenas, y que para ellos era la causa de que Bolivia sea la más atrasada de América del Sur.
Por todo ello, también asusta lo que pudiera hacer Pedro Castillo en Perú, quién tiene mucha influencia sindicalista y católica, y el sindicalismo es todo lo contrario a lo comunitario. Si bien el sindicalismo ha sido un elemento para enfrentar a la derecha, pero al mismo tiempo también ha servido para destruir el sistema de organización comunitaria. Es decir, el sindicato como movimiento vertical, centralista y burocrático, en reemplazo de la comunidad como un sistema horizontal, participativo, y dinámico. Dicho de otra forma, la potencialización del sindicato como forma de organización, de acción y de vida, en reemplazo de la comunidad como modelo de vida sincrónica con la madre tierra y el cosmos en general.
Una vez más demostramos como la izquierda ha sido la mejor aliada del colonialismo o del eurocentrismo, mucho más que la derecha. Resulta paradójico, pero en una sociedad desigual el mayor enemigo está en casa, como es el caso de la cantidad de niñas abusadas por sus familiares, no son gente extraña la que más viola a las niñas, sino que son gente de su propio círculo. Eso pasa en un mundo desarmónico, en donde a mayor desigualdad mayores son los conflictos y deficiencias de vida; y viceversa.
Mientras más izquierdeados, sindicalizados, urbanizados, proletarizados se vuelven las poblaciones indígenas, más se alejan de sus milenarias filosofías y racionalidades, convencidos de que están luchando por un mejor mundo cuando van destruyendo el que existe. Y paradójicamente otros grupos los ponen de guía y de ejemplo para un cambio real y profundo, como en las modernas ecoaldeas, las cooperativas integrales, y todas las formas autonómicas en marcha.
Lo indígena ha devenido en folclore, muy pocos la ven como una epísteme o una forma de conocimiento y de vida. Creen que lo indígena es un poncho o las alpargatas, las que ni siquiera son indígenas sino que fueron traídas por los invasores monárquicos y la iglesia. Creen que lo indígena es una cara morena, pero que algunos neo neocolonizadores se aprovechan de ello para presentarse como indígenas, cuando es solo una máscara pues en el fondo su pensamiento es eurocéntrico, católico, liberal, positivista, marxista, etc.
Las izquierdas no han aprendido nada de los zapatistas, más bien los critican y algunos hasta les dicen que son contrarevolucionarios y otros los acusan y los sentencian como idealistas y románticos. Solo falta que digan lo que andan diciendo de los decoloniales, de que sus teorías contrarevolucionarias se formaron en las universidades gringas. Si bien, nosotros hemos criticado a los decoloniales, el dislate de los estalinistas ahora disfrazados de progresistas, solo refleja su descarado eurocentrismo de izquierda. Han pasado más de 100 años del fracaso de la vía socialista y hasta ahora no se dan cuenta, como Marx ya lo hizo –como hemos señalado varias veces- de que la vía alterna es la comunitaria, la más vieja y la más experimentada, que tiene por lo menos 300.000 años desde que existe el llamado homo sapiens. Pero ellos prefieren seguir experimentando con sistemas que nacen desde su ego dictatorial, desde su cabeza melodramática, que de la experiencia acumulada de toda la humanidad.
En definitiva, lo indígena debe ser revalorizado o resignificado, no solo porque representa una carga racista, sino porque ahora es una carga desacreditada, pues algunos de ellos también son corruptos, ladrones, oportunistas. Hasta hace 60 años casi no habían delincuentes indígenas, hoy la mayoría de los presos en las cárceles provienen de estas poblaciones. Los que llegaron convencidos del milagro que ofrecía la ciudad, terminaron desencantados y dedicándose a robar para poder subsistir, para no tener que regresar al campo donde el trabajo es fuerte y poco remunerado. Pero por estos “indígenas” paga toda la población indígena, haciendo que el racismo se haya elevado mucho más.
Sin embargo de todo lo anotado, los pocos INDIGENAS (con letra mayúscula) que quedan, son una luz de esperanza. Estos indígenas incivilizados y anti eurocéntricos, pero que hoy son de todos los colores de piel y que son aquellos enraizados en la madre tierra, son los guías para otro mundo. Los que se han reconocido como hijos de la tierra y no como matricidas de ella van floreciendo día a día, están sembrando y poco a poco dando frutos. Aunque quizás, ya no cabría ni valdría utilizar la palabra indígena, sino hablar de ecoaldeistas o biocomunarios o mutualistas.
Por tanto, no toda persona o proyecto que se dice revolucionario o emancipador o libertario o de apoyo, es lo que dice ser. La mayoría de personas son inconscientes y creen de buena fe que están actuando en ese interés, pero hay quienes saben que esa es una forma ideal de colonización y la aprovechan sutilmente para abrirse paso en base a argumentos de solidaridad o cualquier otro pretexto. En general, todo lo que proviene o surge desde el eurocentrismo es colonizador, pues esa es su esencia o surgió con ese propósito, de ahí que en el propio occidente su referente es todo lo de afuera, y que es lo indígena. Pero muchos no saben que hoy, no todo lo que se dice indígena es realmente eso, sino que mucho de lo llamado indígena es tan solo un maquillaje y en el fondo es más eurocentrismo.
Todo esto nos lleva a la conclusión, aprendizaje y reacción, de que la salida no viene de las teorías de la izquierda, sino que la vía es alterna a las eurocéntricas, que el camino son los proyectos autonómicos, milenarios, ancestrales. Que los cambios no vienen desde el estado ni desde arriba ni por la izquierda, sino que están viniendo desde abajo y desde afuera a lo delimitado por los eurocéntricos de derecha e izquierda.
[1] “Socialismo comunitario” es un oxímoron, pues socialismo hace referencia a sociedad y comunitario a comunidad, la sociedad y la comunidad no son complementarias sino antagónicas. El modelo ciudad-civilización se asienta en el constructo sociedad, que desde su aparecimiento viene destruyendo el sistema milenario de comunidad. Entonces, hablar de “socialismo comunitario” es un contrasentido, pues es la superposición de la sociedad sobre la comunidad, que es lo que hizo cuando vicepresidente de Bolivia.
Fuente: Atawallpa Oviedo Freire en Tani Tani